Empieza a chispear, pero el aire es caliente y molesto, así que entramos en el Museu de Belles Arts de Castelló donde habíamos quedado con la artista alemana Alexandra Knie. No nos hizo esperar y a los cinco minutos nos recibió a medio camino del claustro del museo, donde trabaja desde hace unos meses, al ser una de las beneficiarias de las residencias artísticas convocadas por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. Acto seguido con una amplia sonrisa nos guía por el museo hasta su taller, o su pequeño laboratorio artístico. Un lugar donde estamos encantados de estar y que nos transporta directamente al mundo propio de la física cuántica, donde la artista habla de dimensiones, del cinturón de Kuiper, asteroides, planetas, órbitas, parásitos, virus, tubos de ensayos, placas petri… Y es que la artista alemana analiza y trabaja sobre la sociedad contemporánea a través de la percepción –juego visual y pictórico– que le brinda el uso de la metáfora. Una investigación basada en cómo ve e interpreta el ámbito sociopolítico a través de esos pequeños seres que llamamos parásitos y virus. Un mundo, el de estos organismos que parte de su propio microcosmos y que poco a poco la artista expande hasta alcanzar el macrocosmos.
Ella misma nos narra cómo su obra versa sobre la cultura política, en la que ella misma identifica el terrorismo con los virus, ya que éstos manipulan, invaden y corrompen las células sanas hasta anularlas. Un trabajo que invita a reflexionar sobre el contexto sociopolítico actual y que alerta de lo peligroso y nocivo que puede resultar para la persona tanto una mala praxis en política como la violencia. Lo que aparentemente no se percibe a simple vista, Knie lo revela visible a través de la representación de este microcosmos repleto de virus y parásitos. Sin duda, una labor fascinante a la par que original de la que estamos dispuestos a indagar más con cada una de las preguntas.
P.: ¿Cómo supiste de esta convocatoria de residencia artística en el Museu de Belles Arts de Castelló?
A.K.: Llevo viviendo en Valencia casi dos años, frecuento mucho el Centre del Carmen, me enteré de las convocatorias y me pareció el buen momento para retomar y profundizar la investigación que ya había iniciado en Alemania cuando trabajaba en la universidad como profesora. Tenía muchas ganas de llevar a cabo una investigación científica, mucho más rigurosa que me permitiera contrastar y apoyar mi trabajo artístico.
P.: ¿Está siendo una experiencia positiva par ti?
A.K.: Sí, estoy muy contenta de estar aquí, de tener este espacio, de estar en contacto con los otros artistas residentes… Además, hemos tenido la suerte de conocer y entablar una conexión con otros artistas de Castellón, y para mí el poder conectar con ellos y descubrir el ámbito artístico de la ciudad está siendo muy positivo y enriquecedor.
P.: Entrar en tu taller es como adentrarse en un laboratorio, desde la obra, el soporte a la presentación, absolutamente todo está estudiado y enfocado al ámbito científico: virus, placas petri o de cultivo…
A.K.: Empecé con el tema del laboratorio ya en Alemania. Me fascinaba todo el proceso científico así que empecé observando la sociedad hasta que un día me di cuenta de que algunos de los comportamientos y modos de vida que se dan en la naturaleza, como el de los organismos parasitarios también se podían adaptar y asimilar en nuestra propia sociedad. Ya que actualmente son muchas las instituciones y seres que viven a costa de los demás, debilitándolos y empobreciéndolos, pero sin llegar a matarlos porque viven de ellos. Para mi funciona como una metáfora, ya que ese estado parasitario se da también en la cultura, en la política…, por lo que no es solo un concepto biológico más. Por ejemplo, creo que fue el presidente norteamericano Bush quien dijo que los terroristas eran virus, porque pueden manipular las células sanas y así infiltrar un programa perjudicial en el sistema. Esta idea me gustó mucho, como concepto artístico también, y a partir de entonces empecé a pensar cómo y con qué técnica podía trabajar este tema. Y aunque yo me especialicé en pintura, me pasé al bordado porque es como una pintura, pero con hilos, eso sí, mucho más lenta para mí pero que me permitía solventar los problemas que me daba siempre la pintura, y dejar de cuestionarme constantemente el uso del color… Yo siempre he cosido y bordado y quería romper con la imagen dócil y paciente de la mujer dentro del ámbito doméstico y se me ocurrió trasladarlo al científico, que aunque a priori no tiene mucho sentido, es un juego de contrarios que me permitía crear ricas texturas. Así que, entremezclé el lino en crudo, sin tratar, en mate, con el preciosismo y el lujo que me ofrecen los colores brillantes de los bordados. Y así fue como comencé a crear el microcosmos, jugando un poco con la imaginación y las metáforas.
P.: ¿En qué has estado trabajando durante estos meses en Castellón?
A.K.: Para optar a esta convocatoria en el Museu, como estaba escrito que tenías que presenta un proyecto específico a desarrollar, supe enseguida que tenía que ampliar mi trabajo, sin dejar de lado el microcosmos. Y se me ocurrió indagar en el concepto de macrocosmos, su opuesto y complementario. Si las piezas del microcosmos son de formato pequeño para el macrocosmos he buscado un formato más grande, donde destacan sobre todo los tondos. Asimismo, como hay que realizar una investigación artística, quise buscar un equivalente del virus en el microcosmo, porque el espacio es tan grande que me resultaría imposible abarcar y representar todos los virus y nunca terminarlo, por ese motivo me decidí por los asteroides y los planetas, que también me interesaban mucho, por sus formas irregulares, como los virus, tal y como se ve en las fotos microscópicas. De este modo, el microcosmos estaría representado por los virus y el macrocosmos por los asteroides, ya que al igual que un virus es peligroso, los asteroides también lo son si dejan su órbita.
Ahora estoy inmersa en lo que se conoce como cinturón Kuiper, donde hay un montón de asteroides y planetas enanos. Se dice que existen, probablemente, 70.000 objetos en este cinturón Kuiper pero conocen solo 2.000. Esto me permite, como artista, inventar y dar rienda suelta a la creatividad.

P.: Presentas el virus, un elemento peligroso, como algo bello ¿A qué se debe?
A.K.: Para mí los que trabajan en un laboratorio son un poco como artistas, ya que son ellos los encargados de poner el contraste para ver su estructura, porque normalmente es transparente y sin la ayuda de los colores no se podría ver cómo son. Por ejemplo, cuando veía en la televisión a los afectados en África por la fiebre del ébola, no te imaginas que eso tan pequeño pueda provocar todo ese horror… Ves cómo afectan sus consecuencias, pero si no es con ayuda de un electromicroscopio es imposible verlo. De ahí que también quisiera usar e introducir el bordado porque normalmente es un elemento decorativo, en telas, manteles… y la gente no piensa que pueda representar y simbolizar algo malo. Tiende a llamar la atención porque el resultado es bonito, pero si te das cuenta, el color fluorescente que utilizo sobre el fondo de lino es el que hace referencia a lo venenoso, y advierte del peligro.
P.: ¿Resulta muy difícil entremezclar el bordado en la pintura?
A.K.: En los últimos años, las técnicas textiles han evolucionado mucho. Antes eran como más agresivas pero poco a poco se han ido transformando. La verdad es que al igual que la pintura siempre me ha gustado mucho la moda, coser… y como pintora pienso en imágenes, cuadros… Y un día pensé en fusionar ambas técnicas. Por ejemplo, los detalles y las texturas de los asteroides y planetas de apariencia erosionada, debido no solo a los choques o explosiones, sino también por el paso del tiempo, está perfectamente reflejado en el bordado a mano. Un trabajo mucho más arduo y lento al que se aprecia en los virus bordados mayoritariamente a máquina.
En algunas piezas pinto y luego bordo sobre la pintura. Esto es algo nuevo que he empezado a desarrollar aquí en España. Además, estoy haciendo uso de un acrílico más líquido y fluido, donde uso mucha agua, lo cual provoca que exista otra contraposición con la textura que me proporciona el bordado, más concreta, no así la de la pintura.
P.: ¿Qué te ha aportado tu estancia en Castellón?
A.K.: Esta beca de investigación artística está siendo muy buena para mi arte porque puedo investigar mucho más, incluso en el ámbito de la astronomía. Todos tenemos una idea del espacio, pero no es completa. Nuestra imaginación es de tres dimensiones, pero ya se habla de una cuarta e, incluso, de una quinta dimensión. De ahí que plasme fragmentos del espacio que podemos visualizar, pero aun debo trabajar más en este tema.
Por otro lado, no se si sabéis que cuando descubrieron a finales del siglo XIX un virus no sabían qué era exactamente. No existían los avances tecnológicos que hay hoy para identificarlos, por lo que lo denominaron ‘Contagium vivum fluidum’. Esa fue la primera frase para describir un virus, y me gusta mucho, de ahí que ahora esté trabajando también con la pintura acrílica muy diluida. Y es que para poder profundizar más en mi investigación fui al laboratorio de microbiología de la UJI, donde pude visualizar distintos tipos de hongos y otros elementos que después me ha ayudado a relacionarlo con mi trabajo tanto en apariencia, texturas, etc.
P.: Tal y como nos comentabas al principio en estos últimos años has estado viviendo tanto en la ciudad alemana de Paderborn como en Valencia, qué podrías decirnos de Castellón como ciudad artística.
A.K.: Me sorprendió enormemente que en Castellón haya centros como el Museu de Belles Arts o el EACC. No me lo esperaba. Son muy importantes y grandes, en el caso del Museu. En Paderborn, que es de donde vengo, no existen espacios así. Ahora que estoy aquí, debo decir que existe mucho movimiento.
Una entrevista de Eric e Irene Gras Cruz para el suplemento cultural «Quaderns» del periódico Mediterráneo