Una vista del puerto
Autora: Elizabeth Taylor
Traducción: Carmen Francí Prensa
Editorial: Gatopardo Ediciones
Páginas: 320
La editorial Gatopardo ha rescatado a una de las escritoras británicas más importantes de siglo XX como fue Elizabeth Taylor (1912-1975), quien junto con otras autoras del calibre de Elizabeth Bowen, Rosamond Lehmann o Barbara Pym, por citar solo algunas, se erigieron como dignas herederas del referente literario femenino británico por antonomasia: Jane Austen —aunque no debemos olvidar que todas ellas fueron escritoras de postguerra, lo cual que se siente y queda perfectamente reflejado en el dramatismo que acompaña la trama de sus respectivas historias—.
En el caso que nos ocupa, Una vista del puerto (A View of the Harbour en su título original), del año 1947, Taylor presenta una novela coral en la que el narrador omnisciente cuenta la historia de un pueblo costero castigado y bastante decadente tras la II Guerra Mundial —recordemos que el Reino Unido tuvo un papel trascendental en la resolución de la contienda, aunque sufriendo numerosos desperfectos materiales y grandes penurias por parte de la población—. En el presente relato, todos los personajes acaban relacionados de una u otra forma entre sí, aunque, sin duda alguna, destaca el triángulo amoroso que se crea en torno al personaje principal, Beth, una escritora que está tan ensimismada en su propio mundo de ficción que no es capaz de ver más allá. Junto a ella aparece un mosaico rico en caracteres que potencian el desarrollo de la acción: una divorciada, un forastero, una madre castrante y tirana, hijas casamenteras en busca de marido desesperadamente… Como ya hiciera otro referente anglosajón como Elizabeth Gaskell en Cranford (1851), Taylor sigue la estela de la tradicional novela costumbrista, equilibrada. La escritora hilvana y dosifica el drama con pequeños toques de humor entre irónicos y sarcásticos, pues todos los acontecimientos se sitúan en un pequeño pueblo donde todo el mundo se conoce y los cotilleos son el pan nuestro de cada día; si bien, paralelamente, se teje un mundo interior ajeno al resto, limitado y desconocido por todos.
Elizabeth Taylor revela con maestría la soledad y las inquietudes silenciadas de cada uno de los individuos a la par que plasma los problemas que sacuden a la pequeña comunidad en su día a día. Así, refleja temas que van de la amistad al amor, la monotonía, el miedo y la familia, a la hipocresía, la enfermedad o la desesperación. Es esta una gran novela del siglo XX que recomiendo a todos aquellos apasionados de la literatura costumbrista.