Abstracción minimalista: conversando con Vicent Carda

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Son las cinco y cuarto de un miércoles. Me encuentro frente a la galería Cànem y espero aVicent Carda. Confieso que me siento un tanto impaciente, se retrasa un poco de la hora prevista. Pero los nervios se disipan nada más verlo. No tardo en darme cuenta de lo accesible y sincero que se muestra ante mí. Hemos quedado para hablar de todo un poco, centrándonos, obviamente, en su trayectoria artística y en su carrera profesional, que empezó en este mismo espacio y al que vuelve a exponer tras siete años de ausencia. También tenemos tiempo de versar sobre su incursión en el mundo de la política y de su trabajo en Espais d’art, en la creación y gestión de arte, que compagina con su faceta de artista.

Inquieto y directo, Carda se muestra como un artista maduro pero sobre todo muy coherente artísticamente hablando, ya que ha mantenido una misma línea de investigación a lo largo de su último proyecto, una trilogía que él mismo ha denominado Titerroigatra. Encantado de responder a cada una de mis preguntas, no tiene reparos en explicar cómo se siente tras concluir este ambicioso trabajo. Según Carda, es como cerrar el círculo de una etapa artística que surgió de un momento de duelo tras la muerte de su padre. Un duelo en el que se entremezclan el arte, la familia, los sentimientos, la experiencia, el dolor, la tristeza pero también la magia de los colores que ofrece la tierra primigenia de una isla como Lanzarote.

Tierra de volcanes, donde se entremezcla el negro, el rojo y el amarillo con el inmenso cielo azul, Vicent Carda nos descubre la isla de Lanzarote a través de su propia experiencia. Tal y como explica: “es un viaje, una visita, tal vez un recorrido para volver al principio. Una muerte, un cuidado, un recuerdo o un olvido; la verdad, una experiencia gratificante para escuchar el verdadero silencio de la tierra”. La serie que presenta hasta el 16 de diciembre en Cànem lleva por título Horitzons y en sus palabras, “debe ser tomado como un pretexto para desarrollar el trabajo, y no hay que intentar buscar una referencia topográfica, una imagen conocida, ni siquiera una referencia a las miles de guías turísticas que hasta hoy existen”. Su perspectiva marca y delimita, emulando la fina línea del horizonte gracias al color y a las diferentes texturas y matices que evocan los colores primarios –amarillo, rojo y azul– que contrapone al blanco y negro. Es una mezcla de sensaciones gracias al juego tan sutil de materiales, la madera, el esmalte y la pintura que superpone y trata mediante el lavado y raspado hasta conseguir el efecto deseado.

Durante nuestra charla, discutimos sobre la elección del soporte y me confesó que todo gira en torno a un efecto pretendido. En este caso en concreto, eligió la madera como soporte para poder trasmitir mejor la sensación de fluidez de un horizonte brillante e intenso que se vislumbra entre la negrura y espesura de una tierra volcánica.

Podría decirse que este es el broche perfecto para clausurar esa trilogía en la que toma el paisaje como pretexto para desarrollar su abstracto personal, compuesto por el color de la tierra, el cielo y el sol en la que se empieza a vislumbrar el horizonte. En este sentido, cabe destacar que el proyecto Memòria d’un paisatge, se caracteriza por ser un juego de manchas de colores básicos y originarios. Y antes de cerrar el círculo con Horitzons, la publicación de su libro Antes Morir, editado por La imprenta, hace de puente para retomar esos límites en los que destacan el paisaje rural y el urbano, como podemos observar en la conjunción del negro y blanco mate con el esmalte brillante de colores primarios que recuerdan al sol, el cielo, el mar y tierra, pero también al asfalto y al hormigón de la ciudad.

Lanzarote, para Carda, siempre tiene algo que contarnos. De ahí que le rinde su particular homenaje a lo largo de esta trilogía pictórica. No hay que olvidar que Lanzarote fue elegida como lugar de residencia por uno de los grandes escritores de nuestro siglo, José Saramago, desde donde escribió sus famosos Cuadernos de Lanzarote (Alfaguara), en los que describe el valor e identidad tanto de la isla como de los nativos que habitaban en ella. En terminología guanche, Lanzarote es conocida como Tyterogaka o Tytheroygatra, nombre que Vicent Carda elige para su primera serie.

La obra del artista burrianense se caracteriza por su magnífica textura, por la sensación y efecto que produce ante el visitante al contraponer diferentes técnicas y materiales que transportan al espectador dentro de ese paisaje íntimo que el artista lleva años componiendo. Un paisaje fluido que recoge vivencias propias y ajenas a través de las diferentes manchas y formas que consigue. Un arte que poco a poco ha ido desarrollando su abstracción hasta llegar al minimalismo. Una obra aparentemente sencilla que esconde un periodo complejo para el artista en su interior. Un trabajo sincero, totalmente intrínseco, que muestra desde el límite visual de la superficie terrestre –donde parecen juntarse el cielo y la tierra– un lugar o paisaje, fronteras o incluso los niveles estratificados, ofreciendo siempre un sinfín de posibilidades.

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