“Cuando me encuentro frente a la diversidad de las intervenciones plásticas de Marie-Pierre Guiennot (Dijon, 1970), buscando con el rastreo de la mirada –en mi persistente deformación profesional– un cierto hilo conductor que me aproxime hermenéuticamente a sus obras, siempre termino, de uno u otro modo, por percatarme de que entre todas ellas –es decir entre sus ensamblajes, sus instalaciones, sus pinturas y dibujos– se va articulando, serie tras serie, experiencia tras experiencia, lo que, sin duda, podríamos propiamente calificar como narratividades visuales de lo invisible” confiesa Román de la Calle, catedrático de estética y teoría de las artes en la Universidad de Valencia y presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Y es que la obra de Marie-Pierre Guiennot narra lo invisible a través de una serie de elementos que se revelan visibles.
Su obra parte de una poética muy personal, en la que juega activamente con diversos materiales manipulándolos hasta conseguir un resultado totalmente plástico. Proyectando una imagen visual del interior humano a través de elementos-objetos, como radiografías, a las que dota de rigor artístico.
Hablamos de huellas del ser humano, de dolencias, de miedos, de sueños truncados, de pesadillas que pierden toda su carga emocional para convertirse en elementos estéticamente bellos, sublimes. Fotografías internas que se nos ofrecen como receptáculos de memoria –humana–, dolor y alegría confrontados y sometidos al poder del arte. Radiografías, plexiglás y planchas metálicas que retuerce, rompe, rasga, quema o pinta sutilmente hasta ofrecernos una imagen totalmente distinta, liberada de su carga anímica.
Memoria colectiva
A decir verdad, su trabajo se centra en coleccionar pequeños recuerdos que valora y quiere preservar, conservándolos a la vez que los transforma y los transgrede artísticamente hablando. Se podría considerar reciclaje visual, a través del cual se apropia estéticamente del elemento en sí hasta sublimarlo. Efectos enfrentados, estéticos y emotivos, que evocan el aglutinamiento y el apropiacionismo de radiografías, ecografías e incluso placas de resonancias magnéticas que se muestran anónimas e inmutables al paso del tiempo.
Presentadas cuidadosamente, Guiennot nos transporta a un universo propio creado a partir de sus ensamblajes y composiciones, reflejado todo ello en una instalación que resulta sorprendentemente original para el espectador. Interpretaciones únicas e intrínsecas de la artista de origen francés sobre el sentido humano, al mismo tiempo que enfatiza y subraya, en todo momento, el valor vital de cada una de las piezas.
Es un trabajo hermenéutico. En el que la artista nos va narrando a lo largo de toda su trayectoria artística, ‘Assemblages radiograhiques’, ‘Environnements radiograhiques’ o ‘Tableaux radiographiques’ –todas ellas contenedores testimoniales de la vida–, su visión y aceptación de la condición humana.
‘D’après la vie/Narratividades visuales de lo invisible’, que ahora se exhibe en Coll Blanc, contiene un recuerdo personal de la artista, que se encarga de recopilar sensaciones y experiencias ajenas procedentes de los visitantes y de todos aquellos que decidieron colaborar cediendo una parte de sí mismos (mediante sus radiografías, ecografías, resonancias magnéticas…). Cada una de sus piezas actúa de puente, en definitiva, de memoria colectiva enfrentada al silencioso y frío vacío de una sala expositiva a la que finalmente se entregan