‘Poeticidad en el lenguaje femenino…’ Charlando con Mar Arza…

mar-azraCautivar y seducir por y mediante las palabras. Mar Arza basa su trabajo e investigación en los libros. Éstos son su materia prima, a la par que la esencia de su producción. La raíz de la profundidad e intensidad de sus ‘poemas visuales’ radica en su pasión por la literatura, con la que mantiene una relación especial, intrínseca, íntima, casi espiritual.

Esos ‘poemas visuales’ que surgen de su interior generan una serie de musicalidad rítmica en las palabras, que convergen en textura sonora, una textura que transpira en sus obras. Pero si algo caracteriza la obra de Arza es la sencillez, la delicadeza y la pureza que emanan sus piezas, metáforas visuales que se crean gracias a ese guardián de la palabra, el libro.

En mi opinión, su trabajo no juzga ni concibe la separación entre arte y literatura, más bien se entrelazan a modo de tejido. Sus obras son un reflejo de una intimidad que aflora en una atmósfera que crea la armonía necesaria para el diálogo con las palabras. Y es que esas palabras son el hilo conductor de su quehacer artístico, que impulsa y alcanza la libertad creativa al tiempo que se torna una realidad visible ante nuestros ojos.

Desde que conocí la obra de Arza sentí la necesidad de ahondar más en su trabajo. Exposición tras exposición, proyecto tras proyecto, me fascinaba su asombrosa evolución artística. Es por eso que decidí averiguar el origen de ese trabajo con las palabras que finalmente trascendían en delicados poemas. Quise saber su modo de trabajar, su inspiración. Finalmente, un caluroso sábado de diciembre, por la mañana, nos encontramos para degustar un té y charlar de una forma amena, sencilla y, sobre todo, gratificante –al menos para una servidora–.

Mar Arza es una persona cercana, tan suave y afable como sus obras. Su forma de narrar sus experiencias, casi susurrándolas, hace que desees que ese té rojo que tienes entre las manos no acabe nunca. Ante los nervios por afrontar esta nueva aventura entrevistadora, comencé con las preguntas más profundas, quizá demasiado directas.

 

Pregunta: ¿Cuándo introdujiste las palabras/literatura en tu trabajo? ¿Qué crees que lo desencadenó? ¿Y, por qué?

Mar Arza: Todo surgió por azar, cuando vivía en Winchester. Me gustaba pasear y descubrí muchísimas tiendas de libros antiguos. Me encantaba entrar y ojearlos. En una de ellas me compré un libro que me llamó especialmente la atención por su título: ‘Estudio de poesía’. Lo leí y no le encontré la hondura que esperaba, y mi reacción fue casi visceral, al no estar de acuerdo con lo que contenía. Así que decidí recortarlo, rebatirlo, vaciarlo y de esta forma crear mi propio estudio de poesía, convirtiéndolo en una caja de palabras en libertad.

P: A nivel internacional hay una artista española que trabaja ciertos aspectos que creo cercanos a tu trabajo, aunque ella en concreto emplea el tejido y las palabras. Se trata de Elena del Rivero. Imagino que la conocerás…

M. A.: Así es. La conozco, hemos trabajado juntas y me ha ayudado en muchos aspectos. Coincidí por primera vez con ella en Nueva York, a raíz de una visita, mientras estaba estudiando en Pittsburgh con una beca de la Universidad Politécnica, y fue a través de la coordinadora de los intercambios, que había estudiado con ella. Desde de entonces hemos seguido en contacto.

P: ¿Crees  que existe una relación intrínseca entre las mujeres y la literatura, es decir, la poesía, el lenguaje? No sé, puede que sea porqué la mujer es la que enseña el lenguaje de generación en generación a sus hijos, ¿no?

M. A: Puede que tengas razón. Hay una relación muy íntima y fecunda. En Barcelona hay una grupo de investigación que ha tratado ampliamente el tema de la lengua materna y el vínculo que esta genera. ¿Conoces ‘DUODA’? Es el Centro de Investigación de Mujeres de la Universidad de Barcelona. En el último libro escrito por María-Milagros Rivera Garretas, «El Amor es el signo (Educar como educan las madres)», hace hincapié en cambio en la relación oral más que en la escritura.

P: Todavía no, la verdad. No obstante, tomo buena nota. Aprovechando tu participación en la exposición ‘Nines’, que recientemente ha tenido lugar en la galería Cànem, quisiera preguntarte por tu aportación. Nunca antes había visto una instalación tuya con vídeo ¿Cómo fue la experiencia de tu proyecto ‘Nora’?

M. A: La verdad es que ha sido y es una experiencia muy positiva y gratificante poder trabajar con otras personas, acostumbrada como estaba a trabajar sola en el estudio casi siempre. Por otra parte, confieso que me ha encantado salir a buscar localizaciones donde rodar con la actriz que me ha ayudado en este proyecto, buscar el material adecuado para grabar y luego montar el material. El proceso colectivo es bien diferente a trabajar con el objeto, como por ejemplo las vainas que acompañan la instalación, más laboriosas a la hora de aplicar el pan de oro, o la textura de palabras pegadas una a una. Aún así, creo que ambos procesos se pueden complementar a la perfección.

P: Las vainas me parecen sublimes…

M. A.: Gracias. (Es asombroso comprobar que Mar es de esas pocas personas que sonríe afablemente –sin darse cuenta– mientras habla contigo)

P: Tenía curiosidad por saber si entre algunas colegas de profesión existían ciertas tiranteces al trabajar sobre un mismo tema, como en la exposición colectiva de ‘Nines’. Sin embargo, mis dudas quedan resueltas cuando me has comentado que tú misma le sugeriste a Pilar Dolz –el alma mater de la galería Cànem– que viera la obra de otras artistas, una de las cuales finalmente ha formado parte de la exposición.

M. A.: Nunca he tenido problemas de esa clase, ni me lo había planteado. A veces surgen preocupaciones cuando trabajas sobre una obra y después descubres que otra persona ha llegado a tratar el mismo tema hasta el punto de que formalmente pudiera llegar a confundirse, y si esa persona es más pública se puede errar en el diagnóstico, en el sentido de la dirección de la influencia.

P: Este año en la feria ARCO presentaste una serie preciosa, ‘Femme Couteau’, y disculpa mi pronunciación –Mar se sonríe–.

M. A.: Sí. Esta serie se llama así porque es una versión muy personal de la obra homónima de Louise Bourgeois, que me parece una obra brutal, descarnada, de una violencia muy directa. Pero la reacción fue, dadas mis vivencias recientes de cortes abruptos, transformar un objeto hiriente, como son unos cuchillos, en algo frágil y delicado, hecho en porcelana, a los que añadí palabras en el filo, significando que ciertas agresiones podrían evitarse o ser resueltas a través de la comunicación. En la primera versión que realicé, las palabras, una a una, cubrían el filo. En la segunda, decidí inscribirlas en el mismo material para que fueran consustanciales al objeto, de forma que no se distingue si lo cubren o lo pronuncian.

P: En otra de tus series, ‘Enciclosofía’, mostrabas la importancia del tiempo y de su sabiduría. Me parece particularmente interesante la elección del título de la serie.

M. A.: La palabra ‘Enciclosofía’ surgió por casualidad mientras trabajaba con un volumen de la Enciclopedia de la Filosofía. Ambos términos se barajaron y surgió esta palabra fusionada  que me pareció muy sugerente. Si revisamos el significado de sus raíces griegas: ἐνκύκλιos  [enkyklios], que quiere decir en círculo o en su totalidad, mientras que -sofía proviene del latín -sophĭa, y éste a su vez del griego antiguo σοφία, que significa, sabiduría. Se presentaba de repente un nuevo concepto que podía traducirse como la sabiduría en círculos o en ciclos, o de la repetición. La simbiosis me pareció perfecta y abría todo un campo de nuevos significados y posibilidades que se materializaron en una serie donde los mecanismos de reloj adquirieron protagonismo como una representación concreta del paso del tiempo en dichos círculos, metáfora de la repetida vivencia de la experiencia.

P: ¿Me podrías explicar cómo surgió la idea de tu serie ‘Avenç’? Me parece muy interesante y original.

M. A.: Fue un momento de necesidad emocional y afectiva, en el que establecí el paralelismo entre ahorrar poesía para poder disponer de belleza en momentos tristes, de la misma forma que ahorramos efectivo para momentos de necesidad económica. Cuando se me ocurrió la idea, fui a hablar directamente con mi sucursal habitual para plantearles el proyecto de abrir una cuenta corriente para ahorrar palabras y que me facilitaran el poder realizarlo. Después de las primeras reticencias y cuestionamientos accedieron. De forma que durante unos seis meses estuve visitando asiduamente el banco para hacer los correspondientes ingresos de palabras y ahorrar capital poético. A la vez, esta simple acción, se convierte en un gesto mordaz contra uno de los responsables de la desazón actual. Si infiltramos algo de poesía y belleza en el corazón de la codicia quizás puedan llegar a ser las cifras más humanas…

P: La verdad es que solo con esta serie uno se puede hacer una idea de la paciencia que tienes y de tu disciplina de trabajo. ¿Tienes una rutina de trabajo establecida?

M. A.: Sí. Creo que es bueno y necesario trabajar todos los días. En el mismo proceso siempre surge alguna idea nueva, que me entusiasma o quiero abordar.

Tenía muchísimas más cuestiones en mente para realizarle, pero llevábamos dos horas hablando y me sabía mal acaparar su tiempo. ¡Además era hora de ir a comer! Me despedí de ella pero con la amenaza de volver a quedar otro día. Un auténtico placer. Sencillamente exquisita.

  
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