‘Pureza, Blancura y Sutileza’. Entrevistando a Myriam Jiménez y Juan Ortí.

Juan Ortí  empezó su andadura artística como muchos otros antes que él, por casualidad. Sumergido, suponemos, en un mar de diversos dilemas estético-profesionales, de padre escultor y madre pintora, finalmente decidió fijar su mirada hacia el vasto mundo de la cerámica. ¿El detonante de tal decisión? Como suele suceder en algunas historias, Ortí necesitó de alguien que finalmente le convenciera, le guiara y aconsejara. Ese alguien resultó ser Enric Mestre, uno de los mayores exponentes de la cerámica artística de España y, porqué no decirlo, de Europa. Visitar el taller de Mestre fue para Juan Ortí una especie de revelación. Supo, nada más adentrarse en esas paredes, que quería dedicar sus horas de trabajo en ese taller. Enric Mestre lo acogió en su seno y, primero como discípulo y más tarde como ayudante, le enseñó parte de los secretos de ese arte cerámico tan sorprendente. Sin embargo, y como buen ser inquieto que es, Ortí ha logrado crear un lenguaje propio a partir de las enseñanzas de su maestro.

Juan Ortí

En su estudio de Torrente, Ortí erige esculturas cerámicas de forma constante desde hace años junto a otra artista: Myriam Jiménez, con la que comparte su pasión por la pureza de sus formas. La presentación de ambos y, por consiguiente, percepción de sus obras es sencilla, ingenua, limpia e inocente.

El gres y la porcelana son los materiales utilizados por la ceramista madrileña Myriam Jiménez Huertas. Sus trabajos, más bien de pequeño formato, se presentan mayoritariamente en formas rectangulares. Es esencial a la hora de concebir sus piezas la luz que emiten, gracias a los tonos blancos y ocres. Sus obras nos recuerdan paisajes, en algunos casos modificados por el ser humano pero donde la naturaleza y su fuerza rotunda invaden el espectador. Las formas que adquieren sus obras nos hablan de un trabajo limpio,  cristalino e íntimo. Al contemplar su obra nos envuelve un aura de transparencia y sutileza casi melódica que nos permite ver  más allá de lo que en un principio se nos muestra.

Myriam Jiménez

Me he permitido la licencia de realizarles a ambos una entrevista conjunta, algo que para mi  es todo un lujo –y para los lectores me aventuro a augurar que también–.

Pregunta: Os prometo que serán pocas preguntas e intentaré ser bastante concisa. Allá vamos. ¿Cómo se trabaja en el taller? ¿Cuál es la disciplina que rige el taller? ¿Cada uno tiene su horario e intenta no coincidir con el otro? ¿Desde cuando trabajáis juntos? Puesto que compartís taller, me pregunto ¿cómo es trabajar juntos en un mismo espacio? ¿os consultáis a la hora de trabajar en vuestras piezas? Os pregunto todo esto porque hay artistas que son incapaces de trabajar y compartir su espacio, además de ser muy recelosos de su intimidad.

Juan Ortí: Trabajamos juntos en el taller, aunque cada uno tiene su espacio con sus cosas.  Desde que nos conocemos ha sido así, normalmente comentamos el trabajo y nos pedimos consejo.   A veces es muy importante para la obra una opinión o un punto de vista diferente.

Myriam Jiménez: Juan y yo compartimos taller desde hace 10 años durante los que hemos ido poco a poco adaptando el espacio a las necesidades de nuestro trabajo. Cada uno tiene su espacio para trabajar y luego hay zonas comunes que compartimos, probablemente sea el tema de las herramientas el que tengamos algo más revuelto. Por otra parte, no nos imponemos unos horarios fijos para trabajar, lo hacemos cuando podemos, unas veces coincidimos juntos y otras no. Yo soy una persona a la que le cuesta trabajar rodeada de personas ajenas, pierdo la concentración y la tranquilidad que necesito para crear. Sin embargo, con Juan tengo ya un grado de confianza tan grande que es incluso agradable el día que coincidimos trabajando juntos. Normalmente cada uno tiene claro en lo que está inmerso pero hay momentos en los que se duda, te atascas; es ahí cuando echo mano del criterio de Juan, que suele ser bastante acertado.

P: Es curioso cómo ambos utilizáis siempre el color blanco para dar por finalizado vuestro trabajo. ¿Por qué el blanco? Y sobre todo, ¿por qué sentís la necesidad de pintar vuestras esculturas?

J.O: El blanco da sensación de pureza y normalmente lo utilizamos para realzar las formas,  es un color con el que nos sentimos a gusto.   A veces he utilizado otros colores pero pienso que distraen demasiado la atención del espectador.

M.J: Mis piezas se identifican muy bien con el color blanco. Es el color que mejor resalta los contornos de la forma, con el que mejor puedes jugar con las luces y las sombras y las infinitas sutilezas que proyecta.

Comencé trabajando con pastas claras y porcelana, luego por cuestiones técnicas tuve que usar un gres más oscuro que blanqueo con engobes. Siento la necesidad de que las piezas sean blancas, es uno de los signos que las caracteriza.

P: Es más que palpable la influencia arquitectónica en vuestra obra. ¿De dónde os viene esa pasión por la arquitectura?

J.O:  Construimos espacios y la arquitectura es una fuente bastante rica de inspiración.

M.J: La serie de Jardines tiene más que ver con el tema de los bancales, la transformación de la naturaleza por medio del hombre, la distribución ordenada de elementos vegetales… más que una influencia arquitectónica propiamente dicha.  Mi trabajo actual, espacios interiores, tiene un referente arquitectónico mucho más evidente. Mi intención es recrear espacios imaginarios, arquitecturas más relacionadas con nuestro concepto de hogar, refugio del mundo exterior, refugio de nuestros pensamientos.

P: Actualmente se podría decir que vuestra cotidianidad influye en vuestro ‘habitat artístico’.  Es decir, ¿hasta qué punto repercute en vuestro trabajo?

J.O: En realidad, en la obra hay una conexión.  Además del blanco y la arquitectura nuestro lenguaje es muy  similar. Cuando exponemos juntos las obras –que suelen estar mezcladas– , el espectador no siente  distorsión alguna.  Las obras funcionan entre sí.

M.J: Cada uno de nosotros tiene muy claro el camino a seguir –sin duda, está marcado–, aunque es indudable que ambos compartimos el mismo concepto y  buscamos  recrear espacios íntimos, debido –supuestamente– a nuestra convivencia o a que bebemos de las mismas fuentes artísticas.

P: A la hora de trabajar en vuestras esculturas, ¿qué predomina con mayor fuerza, la forma, el espacio o el material?

J.O: En mi caso la forma por encima de los demás elementos.

M.J: Probablemente sea la forma aunque el espacio y el material son partes muy importantes también. Las tres forman un conjunto y es difícil prescindir de uno de ellos.

P: ¿Habéis pensado alguna vez en cambiar la cerámica por otro tipo de material o  trabajar en otra disciplina artística como la pintura? Y, aprovechando la pregunta que os acabo de hacer, ¿tenéis algún otro referente o influencia artística fuera de la cerámica? ¿Dentro del campo de la escultura sabríais decirme quién es vuestro escultor/a preferido?

J.O: En muchas ocasiones he pensado realizar mis obras en otro material pero el material cerámico y el torno todavía tienen mucho que decir así que de momento prefiero agotar las posibilidades que me da el barro.  Además disfruto mucho. En cuanto a influencias o referente, me gusta mucho la obra de Chillida pero en realidad no me inspiro en otros artistas.

M.J: Yo, por mi parte, he estado tanteando otros materiales pero ninguno se adapta bien a las calidades que busco para mis obras, son demasiado rígidos o fríos, las piezas pierden sutileza. De todas formas el mundo da muchas vueltas y no descarto en un futuro trabajar con otro material.

Juan Ortí

P: Siento curiosidad por si en algún momento concebís vuestras esculturas con la intención de habitarlas, es decir, a modo de construcción.

J.O: Conscientemente no, pero seguramente nuestras esculturas son como un refugio que nos aíslan del exterior.

M.J: Ese sería un proyecto impresionante y si bien siempre que realizo uno de mis espacios interiores tiendo a proyectarme dentro de él nunca he tenido la oportunidad ni el presupuesto para materializar dicha idea.

P: Si tuvierais que  definir vuestra obra en tres palabras,  ¿qué adjetivos utilizaríais?

J.O: Formas puras y simples.

M.J: Ensueño, blanco y sutileza.

P: A la hora de preparar una exposición, ¿cómo trabajáis? ¿Primero necesitáis conocer el espacio y calcular el número de piezas o preferís dar rienda suelta a vuestra creatividad artística y después trabajar sobre el terreno con las piezas?

J.O: Normalmente las piezas ya están hechas,  visitamos la sala y hacemos una selección  para que la composición final sea lo más coherente posible. Normalmente, llevamos obra de más para jugar con la composición y que las posibilidades sean mayores.

M.J: Yo trabajo todos los días en el taller sin pensar en exposiciones concretas. Cuando surge una, busco las piezas que mejor encajen en ese espacio.

P: Para terminar, una de las particularidades que el espectador puede observar en vuestra producción es que Juan trabaja con formas cilíndricas mientras que Myriam realiza formas cuadrangulares. La pregunta es muy sencilla ¿Os sentís más cómodos trabajando ese tipo de piezas o es más bien una fijación, una pasión por esas formas? Por otro lado, no quisiera zanjar la entrevista sin daros la oportunidad de adelantarnos algo en lo que estáis trabajando ahora.

J.O: El cilindro,  la esfera y el cono son mis “materiales” de construcción. Estas  formas son  también  el resultado del trabajo con el torno. Intento pensar obras que  son realizables con estos elementos. “Pensar en torno” es lo mismo que quien tiene un lápiz en la mano y un papel  y “piensa en línea”. En este momento, estoy trabajando con formas de silos,            es una temática que me atrae bastante y hay mucho terreno que explorar.   Son formas muy interesantes que están por todas partes pero hay que buscarlas por que están bastante escondidas en el paisaje cotidiano.

M.J: Se podría decir que me atraen las formas geométricas y eso provoca que me sienta cómoda trabajando con ellas. Como ya he mencionado anteriormente, ahora estoy trabajando en un tipo de piezas en donde juego con la geometría, la asimetría y la sugerente plasticidad de la forma. Siempre introduzco un elemento que recuerda a un refugio o escondite que proporciona misterio al conjunto.

Myriam Jiménez

Las piezas de estos dos ceramistas son una consecuencia de una gran imaginación, no sobra, no falta nada, son evocadoras y poseen un lenguaje cerámico que consigue transportarnos a un mundo poético. Tanto las obras de Myriam Jiménez como las de Juan Ortí estarían en sintonía con las de artistas como Hans Coper, Wouter Dam y por supuesto  Enric Mestre.

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