La obra de Carlos Bravo retrata lugares comunes hechos por y para el hombre. Espacios de transición en los que la presencia de la figura humana está marcada por su ausencia, pero su huella es evidente. Áreas que cambian radicalmente a lo largo del día y que en el momento de ser retratadas, plasmadas en papel, parece que estén desprendidas de su finalidad. Se muestran ante nosotros como espacios adormecidos, despojados de su principal funcionalidad –es decir, para lo que han sido diseñados y concebidos–. En el trabajo de Bravo priman los silencios. El espectador, sin lugar a dudas, se detendrá a observar lo que el artista pretende transmitir bajo el desafío constante de detener el tiempo. Una vez más, se desata la contraposición entre ausencia y presencia permitiendo así el juego paradójico entre ambos –la presencia por la ausencia y viceversa-. Se adivinan las huellas humanas, efímeras ante la inmensidad del espacio y los vestigios que dejan tras de sí con el paso del tiempo.
Tras esta breve introducción acerca de su obra, vamos a ir entrando en materia, ¿no os parece?. Lo primero que le comente a Carlos es que necesitaba algo de ayuda. Estoy escribiendo un artículo -sobre un tema en el que Carlos trabaja- y sentí una curiosidad inmensa por aclarar y desentrañar algunos ‘misterios’ que encierran sus obras, así que ni corta ni perezosa me puse en contacto con él y a pesar de que me contestó: «No soy un gran orador, tan solo soy un fotógrafo al que le gusta hacer fotos :-)»; aquí estamos transcribiendo esta breve entrevista.
Pregunta: ¿Qué te impulsa a plasmar esos ‘espacios’ -cuando hablo de espacios, me refiero a los ‘no lugares’- en tu obra?.
Carlos Bravo: Realmente no sabría explicar con certeza qué es lo que me impulsa a retratar esos espacios. Lo cierto es que me siento cómodo e identificado con este tipo de proyectos. Encajan dentro de mi ‘tempo’ fotográfico.
P: Interesante, sigue por favor…
C. B.: Tengo una opinión al respecto y siempre la he defendido. Cuando el autor de una obra -en este caso fotográfica-, la realiza con pasión, inmediatamente quedará reflejada -en dicha fotografía- el carácter del propio autor.
P: ¿Cómo es Carlos Bravo?
C. B.: Soy una persona tímida a la que -en diversos momentos- le gusta la soledad para poder pensar, analizar y reflexionar sobre lo que me circunda y, de alguna manera, encontrarme conmigo mismo.
P: Esa soledad de la que te rodeas conscientemente, ¿te interfiere o te influye en el trabajo?
C. B.: Probablemente todo esto me influya a la hora de trabajar.
P: La curiosidad me puede, ¿por qué los ‘no lugares’?
C. B.: En breves palabras, puedo decir que es casi una necesidad de documentar y representar la relación del hombre con su entorno, ya sea un paisaje natural o urbano.
P: ¿Qué sientes en esos ‘espacios’ aparentemente ‘vacíos’?
C. B.: Siento el silencio, la soledad y la tranquilidad que me proporcionan esos lugares. Cuando salgo a realizar fotografías, siempre voy acompañado de mi música favorita. De esta forma, consigo abstraerme de todo lo que me rodea o me distrae, sumergiéndome por completo en ‘mi’ entorno -con todos los sentidos a flor de piel-.
P: Podríamos decir que la música influye directamente en la obra…
C. B.: Si, para mi la música es una gran aliada y una gran influencia.
P: Es muy interesante el tratamiento conceptual que confieres a tus proyectos, así como su realización. ¿Podrías contarnos algo más?
C. B.: Por supuesto, cuando realizo mis proyectos intento que exista una interrelación entre el autor, la obra y el espectador. Me gusta dejar algún pequeño ‘cabo suelto’ o enigma para que se establezca un diálogo entre todas las partes, y que cada uno llegue a construir su propia interpretación.
P: ¿Qué es para ti ‘el espacio’ o el ‘no lugar’ que reflejas y captas con la lente fotográfica?
C. B.: Casi todos los espacios que fotografío suelen ser lugares de transición, que tienen por naturaleza una gran relación con el ser humano y con las actividades diarias que éste realiza. En el momento en el que me ‘enfrento’ a ellos -me refiero a los ‘espacios’-, la figura humana desaparece, se torna ausente, otorgándole simultáneamente un carácter enigmático a ese lugar.
Hay pocos lugares que produzcan esa sensación de soledad como la del espacio que ha sido habitado por el ser humano y donde la huella es todavía evidente.
P: ¿Qué o quiénes te influyen?
C. B.: Hay muchos autores que me influyen y en los que encuentro una sensación de paz y relajación, tanto en sus fotografías como en su forma de trabajar, que me ayuda a mi también a la hora de trabajar. Podría poner varios ejemplos…
P: Adelante…
C. B.: Por un lado, la naturalidad de Bernard Plossu y su capacidad de convertir lo cotidiano en extraordinario. Me interesa la fotografía documental contemporánea de Scott Conarroe o Bryan Schutmaat; al mismo tiempo que la obra de Stephen Shore con sus “Lugares Comunes” o Richard Misrach y la intervención humana en sus paisajes. Por supuesto los fotógrafos de la denominada “New Topographic”. Así como Todd Hido con los estudios sobre los entornos suburbanos de los Estados Unidos.
Paco Martí, ¡grandísimo!. Todo un poeta de la fotografía, sin duda, una de las personas que mejor comprende su esencia y de las que más estoy aprendiendo. Al igual que Vicente Tirado con sus excelentes propuestas tanto en cuestiones técnicas como conceptuales.
Y por último, como he dicho anteriormente, la música.
P: Antes de terminar, quería aprovechar la oportunidad para que nos comentes, ¿qué se siente cuando un proyecto -magnifico, por cierto- como ‘NOBODY’ queda finalista en el Artists Wanted – One Life – International Photography Competition – New York?.
C. B.: La verdad es que estoy muy contento y es una gran satisfacción saber que el trabajo que se realiza es valorado de manera positiva, añadiendo que se trata de un país con una gran tradición fotográfica y en el que se respeta la obra y el autor.
P: Solo me resta darte las gracias una vez más.
C. B.: Ha sido un verdadero placer.
Ha sido un verdadero placer… y espero que podamos repetir la experiencia más adelante.
Lo mismo digo Irene :-)
Saludos.