Isidre Manils: Luz Contrastada

Isidre nos propone un recorrido misterioso y ambiguo, al mismo tiempo que nos introduce en un espacio que primero nos confunde y luego nos arrastra con fuerza hacia una serie de pinturas que se cimientan en torno al tema que lleva años trabajando, de manera casi obsesiva, como la interpretación y representación de la luz. La luminosidad en sus diversas versiones, desde la luz natural -inherente a las cosas- hasta la que se vislumbra en un primer trazo. Bajo el título Palimpsest, Manils trabaja sobre todo en la desmaterialización del objeto como elemento artístico que hace que las imágenes se renueven continuamente bajo un clima dinámico.

El título de esta exposición viene dado porque nuestro artista conserva las huellas  de imágenes o resquicios anteriores que lentamente se van desvaneciendo artificialmente. De ahí que en la mayoría de sus obras en acrílico Manils adopte una actitud clásica hacia el estudio de la “naturaleza muerta” para conseguir atraer la luz interior que reside  en cada uno de los planos pictóricos.

“Yo gozo, cada vez mas, encontrando la imagen que se esconde en la tela. Me gusta esta reflexión que se hace sobre la escultura: el mármol contiene la imagen y hay que ir a sacarla, buscarla, liberarla”

Se podría decir, que la obra de Manils está abierta a la contradicción -hace coexistir lo racional con lo irracional- y al movimiento, creando así la tensión propia de la obra misma. Sin lugar a dudas, la imaginación juega un papel fundamental en la interpretación de su trabajo para los futuros espectadores.  Es innegable la formación iniciática del artista: el cine. Y él no lo esconde. Afirma que debe más a Hitchcock que a Picasso: “en el cine aprendí “que “pintar”; pero no en el sentido literal, de temas, sino mas profundo; lo que seria el tema principal de mi pintura; el “como” que es lo que me da mas guerra”. Del mismo modo alega que: “la emoción del cine es el hecho material de una luz proyectada sobre un lienzo blanco. En pintura piensa en eso: en la luz; pero no proyecta la luz, sino que la saca del interior del blanco. Cree que la materia principal de la pintura y del cine es la luz”. De esa manera consigue concebir una pintura inmaterial, totalmente nítida, fortaleciendo la impresión de una delicada pátina de pintura sobre lienzo. Lo realmente fascinante y sorprendente es la sensación de inmaterialidad que se transmite a través de su trabajo.

En definitiva, todas las obras ofrecen un acabado perfecto alcanzando un resultado próximo a la fotografía debido al esfuerzo de Manils por deshacerse de todo rastro del proceso creativo.

Es curioso como Isidre entra en contacto con la luz a medida que avanza en su trabajo y se sumerge en ella para, a partir de ahí, crear y desarrollar paulatinamente sus impulsos. Así pues, en los carbones sobre papel observamos como poco a poco se dispersa la oscuridad para dar paso a la luz.

Es particularmente interesante y habría que destacar los claroscuros que se forjan en sus intrigantes e interesantes dibujos, que nos recuerdan un tanto a las fotografías del fotógrafo húngaro, André Kertész. El silencio, la penumbra y los volúmenes así como los colores se desarrollan en función de la luz que incide de forma natural. Aunque sobre todo, paradójicamente Manils pretende acentuar y enfatizar el potencial del negro, para que absorba a la par que brota dotando a la obra de nuevos destellos de luz.  Con todo, Isidre consigue crear una atmósfera única de sensaciones que sorprenderá al espectador.

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