La galería Cànem de Castellón apuesta una vez más por el arte de vanguardia de la mano del consagrado artista catalán Josep Uclés bajo la serie titulada “de Berlín” donde pretende desentramar ese gran mundo desconocido que es la mente.
¿Como será la mente? ¿Es posible «ver» la mente? El debate en torno a la representación cerebral y la localización de los procesos mentales se ha animado recientemente alcanzando gran popularidad. No porque el debate sobre la relación entre el cerebro y la mente, que siempre fue muy irregular, haya sido enriquecido ahora con planteamientos teóricos particularmente originales. Se trata más bien de planteamientos visuales, según comenta Michael Hagner en el artículo Cómo funciona la mente: representación visual de los procesos cerebrales, basados en un número de técnicas de imagología que trascienden el ámbito de cualquier técnica de visualización conocida hasta ahora en las neurociencias. En la historia de las ciencias humanas, las innovaciones en tecnología de la visualización han influido en la propia percepción de la naturaleza física y moral del hombre. La neuroimagología ha convertido los fenómenos psicológicos en categorías visuales, transformando de este modo su estatus epistémico y cultural. Cuán profundos y prolongados llegarán a ser estos cambios no está claro aún, asegura Michael Hagner pero básicamente existen dos escenarios posibles. O bien las imágenes del cerebro vendrán a jugar un papel fundamental a la hora de determinar nuestra identidad, al menos en ciertos ámbitos, o bien perderán eventualmente su atractivo, pues contemplar imágenes asociando supuestos estados mentales con ciertas regiones del cerebro resultará a la larga ineficaz si no consiguen proporcionar algún tipo de comprensión más profunda del modo en que se relacionan el estado cerebral y los estados mentales. Con todo, Uclés crea una identidad y una imagen propia de la mente que remite, sin lugar a dudas, a una realidad orgánica de formas sinuosas y estimulantes a nuestros sentidos. Parece que deja momentáneamente de lado la rama más purista de la neofiguración para afrontar el misterioso universo que habita en nuestro interior. Para ello Josep construye su propia realidad a través de la fantasía, es decir, crea un mundo ficticio intentando rellenar las lagunas de información que existen a cerca del funcionamiento de la mente humana. Así pues, se podría decir que su obra plasma lo que vendrían a ser una serie de conexiones laberínticas que se producen en nuestro organismo al procesar la información que recibimos, como hilo sinópico que emplea al interpretante para captar y dar sentido en sí mismo a nuestra realidad. Es una alusión constante a la relación de contrarios que se establece entre el exterior y el interior, que a su vez, origina una tensión latente entre el tú y el yo, puesto que la percepción de uno nunca será igual a la de otro, y por consiguiente la realidad siempre será diferente.
Uclés recrea la mente de un color negro intenso que nos transporta de inmediato con esa sensación de infinito, inundado por un silencio desgarrador que flota a la deriva mientras intenta establecer conexiones a través de una atmósfera etérea casi transparente, como si de un paraje virgen se tratase, en el que los rayos del sol recaen iluminando y reconfortando con suaves reflejos dorados esa nada desconocida a la que llamamos mente. Josep una vez más nos sorprende al dotar magistralmente de un gran poder espiritual, a la par aurático, a todo ese proceso científico de conexiones y redes que se establecen a modo de entramado en nuestro cerebro.